miércoles, 20 de agosto de 2008

¿Dos horas o dos minutos?

En plena vorágine olímpica, la prestigiosa y casi olvidada Gwendolyn Valencia (Caracas, 1965) nos muestra la desgarradora historia de dos hermanos que se definen ante los deportes televisados de modos bien diferentes.
Samuel vive a salto de mata, y es incapaz de estar delante de la televisión viendo espectáculos deportivos durante horas para que todo se decida en los últimos minutos, incluso segundos. No concibe el ocio como esclavitud y por eso choca tanto con su hermano mayor Kevin, de fuerte carácter y dispuesto a tragarse las setenta y tantas vueltas en la F1 o los 258 km. de soso ciclismo en la etapa llana entre Cuenca y Villalasmatas de abajo. Samuel solamente aparece los últimos minutos para ver la resolución, algo que irrita profundamente a Kevin.

Este drama como tantos otros en la ya larga obra de Gwendolyn nos deja un lienzo de colores agridulces, una lúcida reflexión del sinsentido de sentarse en un sillón a ver aburridos deportes de los cuales sólo interesa el "Tiempo y resultado", y más si son tan plomizos y absurdos como tantos en cada olimpiada.

El debate está abierto entre los que como Kevin, disfrutan de cada curva de Fernando Alonso, ese pase de Guti, aquel golpe de madera de Tiger Woods o todas y cada una de las canastas de un partido de Baloncesto, o bien los Samuel interesados simplemente en el resultado final y el resumen posterior.
Dos filosofías de vida. La sensación de perder el tiempo libre o perderte libremente en tu tiempo. Haz deporte, no lo mires. Para lo demás, Tiempo y resultado. Gwendolyn como siempre, da en la diana. (6/10)

TIEMPO Y RESULTADO. Gwendolyn Valencia. Colección Deporte y Salud. F0z Editores. 180 págs. 15 €

7 comentarios:

de la Loma dijo...

Esta claro que has tomado partido por la postura de Samuel, pero el autor no se moja tanto, y de hecho en algunos pasajes lo ridiculiza bastante como aquella vez que se perdió el gol del ultimo minuto en la final de la Eurocopa, o aquel maravilloso triple desde el centro de la cancha... El riesgo de "los Samueles" es que se pierden cosas...
Yo te recomiendo un libro de Manuel Quiroga (Ed Ferst 1997) que se titula "Queda un mundo", trata sobre el baloncesto y reune una serie de partidos donde se producen cambios drasticos de resultados en menos de 1 minuto...
la conclusion es que 60 segundos son un mundo... Al final Samuel depende de la suerte para vivir momento mágicos mientras que Kevin..su paciencia le dará algun premio....

Unknown dijo...

Aunque soy un fan a muerte de Gwendolyn Valencia, he de reconocer que este no he podido con el, me identifico tanto con uno de los personajes, que no me ha permitido disfrutar de la totalidad de sus lineas, y en un arrebato de ira, lo he arrojado al fuego (ventajas de tener chimenea en el chalet).

Desgarradora muestra del ser humano y sus complejos y manías, aconsejable para todos aquellos que compartan afición para los deportes y sean de alma fuerte.

Recomiendo para los amantes de las estadisticas el increiblemente apasionante libro de "Jhoanne Threefaces" "Las mejores trescientas cincuenta aperturas de Boby Fisher"

Kevin pasara a ser parte de mi personalidad, aunque siga desconociendo su final...

ehpero dijo...

Todos tenemos algo de Samuel y otro poco de Kevin, realmente depende del interés propio del espectáculo que estamos viendo.
Seguramente Samuel acompañaría a Kevin en la final de la Eurocopa España-Alemania, pero pasaría absolutamente del Tunez-Croacia (ahí solo tiempo y resultado).

De todas formas, en la página 79 (el capítulo de la final de Hockey hierba femenino) queda reflejado como en medio de la pelea entre Samuel y Kevin, hay un momento de pausa a 1 min de la conclusión, dejan de pegarse.... acaba el partido y continuan su gresca.
Al fin y al cabo, el tiempo y resultado interesa a ambos.

Anónimo dijo...

Lo he leído y no me gusta el deporte.

John F. Absolut dijo...

No hay nada más absurdo que levantarse a las 6 de la mañana porque en Japón dan 60 vueltas al mismo circuito unos coches sin parar. Al menos podiamos escuchar los comentarios en Japonés y así volvíamos a quedarnos dormidos.
Creo que lo peor de todo esto es que cuando ves que ha perdido tu equipo/atleta/deportista, no es lo mismo la cara de tonto que se le queda a Samuel (fugaz y pasajera) que a Kevin (quemao y arrepentido).
Estoy claramente con Samuel en el 90% de las ocasiones.
Y ojalá comentéis más trabajos de Gwendolyn Valencia, que siempre nos sorprende con relatos de este tipo, sociales y comprometidos.
La conocí en persona en una firma de libros en Caracas, y además de guapa, es muy simpática y agradable. Inteligente ya se sabe por como escribe.

John F. Absolut dijo...

Madrugada de un domingo de verano, 8:30 horas: EEUU-España final de Baloncesto olímpico.
¿Cuántos Samueles nos quedaremos durmiendo sabiendo de quién será la medalla de plata, pero no el resultado exacto?
Aaaaahhh

Gwendolyn Valencia dijo...

Hola a todos desde Venezuela!

Estoy encantada viendo que mi último libro ha servido para mantener un debate muy interesante.

Quiero por igual a Samuel o a Kevin, se complementan a la perfección, pero ellos no lo saben. Son la misma cara aunque de diferentes monedas.

Me encanta este blog, un saludo afectuoso para todos.

GV